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Hacia fines de 1800 la mujer limeña abandonó definitivamente la saya y el manto que dejaba al descubierto un solo ojo, que fue el “uniforme” de calle que, desde tiempos del virreinato del Perú y hasta inicio de la República, camufló a las limeñas en sus paseos. Se cree que esta vestimenta es de origen moro, por las muchas semejanzas con los trajes que cubren el cuerpo de las musulmanas, aunque no existen pruebas concluyentes de su origen.
La obra de Juan Mauricio Rugendas (1802-1852), viajero incansable y pintor costumbrista alemán, que se titula «Tapadas en la Alameda», es el fiel testimonio del vestir de la mujer limeña durante el largo periodo entre 1560 a 1860. En su obra Rugendas muestra un grupo de tapadas limeñas que se encuentran en la alameda, ubicada a orillas del río Rímac y bordeada de álamos. Una de ellas muestra los tobillos, en actitud para coquetear con algún galán. Este concurrido lugar tenía un excepcional atractivo para los extranjeros, entre ellos, Rugendas que iba repetidamente a la alameda para hacer sus bocetos. Rugendas fue un verdadero narrador de costumbres americanas para conocimiento de los europeos.
Los nuevos modelos que llegaron al guardarropa de las limeñas fueron tanto los vestidos del Londres Victoriano como del París de Eugenia de Montijo . La bonanza del guano peruano (1840 a 1875), favoreció la importación de gran cantidad de bienes de consumo y algunos de tipo suntuoso como los vestidos, que eran adquiridos por la élite de la época.
Es así que llegaron a Lima los voluminosos trajes de la famosa Casa Worth del modisto inglés Charles Frederick Worth (1826 – 1895), que se caracterizaron por sus amplísimas faldas de volantes sobre inmensas crinolinas. Igualmente los grandes escotes para los vestidos de gala, o las blusas y saquitos cerrados con cuellos de encaje, todo en novedosos diseños que combinaban figuras geométricas con patrones florales; paños con sedas y terciopelo. Los peinados se iniciaron cada vez más complicados, con abultados rollos y largos canutos, acompañados de redecillas o graciosos sombreritos de plumas.
Como accesorios infaltables aparecieron los parasoles, guantes, abanicos y chales. Entre estos últimos, destacaron los pañolones de`Manila o encaje, la pesada “manta chilena” que, sin cubrir el rostro, reemplazó en invierno al tradicional “manto limeño”.
Estos vestidos de la Casa Worth, creados por el modisto Charles Frederick Worth en 1890, son un ejemplo de las prendas que «cruzaron el charco», desde Londres a Lima, para cubrir a las limeñas elegantes de fines del siglo XIX.
Fotos: Pinterest
Fuente: Lima, Paseos por la Ciudad y su Historia, Diario Expreso, 1998.
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Patricia
rafacal
Nov 10, 2015 @ 02:33:18
Magnífica información Patricia.
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bigbenantiguedades
Nov 10, 2015 @ 14:22:20
Gracias Rafa!!
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Celeste
Nov 10, 2015 @ 09:50:43
Vaya joyas! Sin duda mi favorito es el estido de la Casa Worth de Londres en 1890.
Besos
C
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bigbenantiguedades
Nov 10, 2015 @ 14:24:06
Tu que estás en el mundo de la moda, imagínate todo lo que nos traerá en un par de décadas más. Besos
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