Hola:
Desde muy joven me ha atraído viajar y explorar lugares interesantes. Persiguiendo este afán, en el mes de julio de 1984 decidí viajar con un grupo de amigos a San Pedro de Casta, en la Provincia de Huarochirí, Lima-Perú, con el fin de visitar la meseta de Marcahuasi.
Debo decir que antes de este viaje había leído el libro La historia de un fantástico descubrimiento de Daniel Ruzo (1900-1991), poeta, criptógrafo, fotógrafo y arqueólogo peruano quien estudió la meseta desde 1952 y ello despertó mi curiosidad. Ruzo afirmaba que los cientos de monumentos , esculturas monolíticas y algunas megalíticas encontrados en los 3 km de meseta repiten los mismos símbolos encontrados en Tepotzlan y Guanajuato, México; Rio de Janeiro y Vila Velha en Brazil; Lago Titicaca, San Cristobal y Los Ángeles en Perú; Stonehenge y Avebury en Inglaterra; El Valle Sagrado de los Reyes en Egipto; las montañas Carpatos en Rumanía; y el Parque Nacional Kakadu en Australia por nombrar sólo unos pocos, todos estos lugares fueron estudiados por Ruzo durante su vida. Su teoría afirma que la vida humana en la tierra ha pasado por cinco humanidades, cada una de ellas ha durado 8,608 años, al cabo de esos ciclos la tierra ha sufrido catástrofes y nuestra humanidad corresponde a la quinta. Cada humanidad elige un lugar sagrado, como Marcahuasi, para dejar mediante esculturas de piedra un testimonio de su existencia.
Mis amigos y yo, ataviados con nuestras respectivas mochilas y equipos de campamento, nos dirigimos en un bus hacia la localidad de Chosica. En ese entonces, en el parque principal se podía tomar un bus para ir al pueblo de San Pedro de Casta, que se ubica a cinco horas de Lima. El bus tomó la carretera a Santa Eulalia y en el km. 27 hizo una primera parada en un pequeño pueblo llamado Huinco, que es el típico pueblito serrano, con casitas de ladrillo y barro y está ubicado a 1800 mt sobre el nivel del mar. En la foto, me encuentro en Huinco con el hijo de una amiga colombiana.
A partir de ese momento, el bus iba subiendo más y más y la carretera de trocha se angostaba poco a poco hasta convertirse en una larga serpentina de muchas curvas. Una de ellas era tan cerrada, que cuando el bus pasó por ahí una de sus llantas quedó fuera de la pista, saludando al precipicio. Así que cerré mis ojos en ese momento y me acordé de algunas oraciones que me enseñaron cuando niña. Luego de pasar esa intrépida experiencia, comenzamos a divisar entre los cerros el pueblo de San Pedro de Casta.
Seguimos ascendiendo entre eucaliptos y san pedros y, cuando estábamos a 3180 msnm y sintiendo un poco los estragos de la altura, llegamos a nuestro destino. San Pedro de Casta es un pequeño pueblo de calles empedradas y graciosos balcones, que tiene una gran Iglesia en su plaza desnivelada. Los pobladores de este lugar son gente muy amistosa y están acostumbrados a recibir turistas y exploradores de todo el mundo en cualquier época del año.
Había buen tiempo para ascender caminando a la meseta de Marcahuasi. En el pueblo nos registramos y pagamos el derecho a explorar la meseta y alquilamos burros sólo para que lleven nuestros equipos. Puedes alquilar caballos o burros para montarlos o también puedes alquilarlos sólo como bestias de carga.
Comenzamos nuestra caminata con mucho entusiasmo, tanto que nos adelantamos demasiado y nos separamos del chiquillo que llevaba los burros con nuestros equipos. Tres horas después, no llegamos a ninguna meseta, estábamos perdidos y la noche estaba por venir pronto. Decidimos parar y elegimos un lugar para dormir. Pusimos sobre el cesped el piso de lona plastificada de una de las carpas (que era lo único que teniamos), nos echamos sobre ella y nos cubrimos con una parte de la lona. Ésta, a medida que avanzaban las horas, se iba poniendo helada. A las 10 de la noche estábamos a 0 grados, vistiendo sólo camisetas y pantalones, y temblábamos como hojas. Pasamos toda la noche cantando bajito con el poco aliento que nos quedaba y contando chistes, tratando de olvidar el frío. Pero como el clima de la puna no obstante ser helado es a la vez seco, pudimos sobrevivir sin pescar una neumonía. Al día siguiente nos pusimos en marcha retrocediendo por el camino que habíamos tomado hasta que nos encontramos en el lugar donde el sendero se habría en dos direcciones y tomamos la que habíamos ignorado el día anterior. El camino, que estaba pegado a una montaña, se hizo tan angosto que con dificultad entraban nuestros dos pies y no se podía dar un paso en falso sino caíamos al precipicio. En ese momento, y en sentido contrario, una campesina se aproximaba a nosotros arreando dos toros y nos dijo: “no teman, mis toros no les harán daño”. Sin embargo, a nosotros nos preocupaba lo angosto del camino, ser embestidos por uno de esos toros y morir clavados en el mar de cactus que cubría el barranco. Cerramos nuestros ojos, pegamos nuestros cuerpos a la montaña y tratamos de agarrarnos de las ramas y plantas que la cubrían. De pronto sentimos el roce brusco de las bestias y, tal como nos dijo la anciana, los toros no nos hicieron daño, pero el susto que pasamos fue tremendo. Cuando estábamos en 4,000 msnm, sintiendo mayor presión en nuestras cabezas y el ritmo cardiaco acelerado, lo primero que divisamos fue la imponente escultura del “Monumento a la Humanidad” , bautizada así por Daniel Ruzo. Se trata de una inmensa escultura de piedra de 25 mt de altura que tiene un perfil mirando hacia la derecha y otro, mirando hacia la izquierda. Además se ha jugado con las sombras y la luz del día para lograr el efecto deseado porque lo que de lejos luce como cabello, de cerca son doce rostros más de diferentes razas.
Caminamos hasta el Anfiteatro, lugar donde los exploradores suelen acampar y encontramos al jovencito con nuestras carpas y mochilas. Así que acampamos en este lugar preferido por todos porque está como en un hoyo protejido del viento y del frío por una muralla de piedra a su alrededor.
Luego de armar nuestros equipos, iniciamos nuestra exploración y encontramos esta fabulosa escultura de un rey con barba y lo que parece un sombrero o turbante sobre su cabeza.
Más adelante descubrimos ante nuestros ojos la escultura de este sorprendente «anfichelidia» gigante (precesor de la tortuga).
Este es el valle de las focas que, como puedes ver en la foto, tiene múltiples esculturas. Este Valle está al costado de una de las lagunas de la meseta.
En esta foto, estoy posando con el valle de focas a mi espalda.
Esta hermosa y gran escultura de un caballo reposando impresiona verla personalmente. Es importante precisar que los caballos no existían en Perú, sino después de que los conquistadores españoles los trajeron a nuestro país. Éste no es el único animal en la meseta que no existe en Perú, también encontramos dos enormes esculturas, de un camello y de un león africano.
Continuamos nuestra caminata para llegar a la Fortaleza que es el lugar más elevado de la meseta. En el trayecto nos encontramos con piedras enormes que teníamos que escalar para poder seguir el camino hacia ésta. Escalarlas era algo muy difícil porque las piedras eran bastante lisas y con pocas grietas. Cuando estaba subiendo una de ellas, puse uno de mis pies en una grieta para impulsarme y seguir subiendo. A lo lejos un grupo de exploradores estaba observando la escena y empezaron a gritar «tu puedes, tu puedes» y de pronto se escuchó un eco repitiendo «tu puedes, tu puedes». Animada por ellos pude impulsarme y subir a la parte más alta de la roca pero mi zapato se quedó en la grieta y fue imposible regresar por él. Así que tuve que continuar la caminata hacia la Fortaleza con un sólo zapato. Llegar a este maravilloso lugar valió la pena todo esfuerzo. La Fortaleza es un monolito que semeja a un inmenso altar de piedra. Lo más resaltante es la escultura de una enorme hipopótamo hembra embarazada erecta y parada sobre sus patas traseras. Era muy similar a la Thueris, Diosa de la Fecundidad de los egipcios. Lo maravilloso de esta escultura es que se repite en varios lugares de la meseta, en distintos tamaños y constituye uno de los grandes misterios de Marcahuasi. Al lado derecho de la Thueris se pueden apreciar dos hombres con escafandra espacial (ver primera foto de la carátula del libro).
En Marcahuasi hay grupos de chullpas, como las de la foto, que atestiguan la presencia humana en la meseta en tiempos prehispánicos. Las chullpas eran edificaciones angulosas o circulares que eran utilizadas con fines funerarios por la nobleza incaica.
Luego regresamos al Anfiteatro para dormir. Nunca olvidaré esa, mi primera noche a 4,000 msnm. Fué el cielo nocturno más maravilloso que he visto en mi vida porque el lugar es tan alto que las estrellas lucen como farolitos encendidos en el cielo, además vimos muchas estrellas fugases. Lo único inconveniente fue el intenso frío a media noche cuando ya estaba apagada nuestra fogata. Tuve ganas de orinar, salí de mi bolsa de dormir y luego de la carpa para hacer mis necesidades, pero mi trasero quedó completamente congelado.
Marcahuasi es un lugar cargado de magnetismo. Cuando abría la palma de mi mano y separaba los dedos, podía sentir la energía en las yemas de los dedos. Ese poderoso magnetismo de este enigmático lugar, hará que regreses muchas veces, como en mi caso que hice cinco visitas más (pero viajé en una camioneta 4×4 que es lo más aconsejable)/
Espero que te haya gustado explorar conmigo la meseta de Marcahuasi. Te recomiendo visitar la meseta en los meses de junio y diciembre. Por la posición del sol en esos meses, muchas esculturas se pueden apreciar con más claridad.
Fuente: http://www.bibliotecapleyades.net/arqueologia/marcahuasi01.htm
Te recomiendo leer: http://www.bibliotecapleyades.net/arqueologia/marcahuasi02.htm
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Patricia
Sep 02, 2015 @ 08:51:24
Tuvo que ser una excursión de lo más divertida. Y desde luego las vistas merecen la pena
Besos
C
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Sep 02, 2015 @ 13:25:25
Sí, lo fue, es el tipo de experiencia que te queda gravada y que nunca olvidas. Besos
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Sep 02, 2015 @ 10:17:15
Bella experiencia! Y muy lindo lugar por lo que narras.
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Sep 02, 2015 @ 13:28:47
Así es Paula. Estar en la meseta y ver todas esas esculturas y la hermosa naturaleza que las acompana es sorprendente y supera con creces lo que se puede retratar en las fotos. Gracias por comentar. Saludos. Patricia
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